lunes, 12 de septiembre de 2016

                        ¡SER PÁRROCO SIEMPRE!

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Antiguamente existía un dicho popular para enlazar las labores del párroco con su parroquia, decía así:

Un párroco santo tiene una parroquia cristiana
Un párroco cristiano tiene una parroquia honrada
Un párroco honrado tiene una parroquia atea

Este dicho popular antiguo tiene una significado muy vinculado a la espiritualidad, al amor en Jesús y a la muestra de verdad como testigo de ello vertida a los fieles de la parroquia.

La parroquia siempre será lo que es el párroco, si la dirige un párroco santo que demuestra su íntima relación y vínculo de amor con Jesús y siente gozo al estar enamorado sólo de Cristo podrá enseñar a todos los fieles esa unión de amor con Cristo y así crear una atmófera celestial de aroma y fragancia tierna ,dulce, amorosa y hasta maternal capaz de tocar el corazón de los fieles de la parroquia. De esta manera bajo el influjo de su santidad hace de la,parroquia una comunidad ciertamente cristiana.

Del otro lado si el párroco es sólo cristiano que dedica atenciones a los fieles y vierte esa cristiandad de hacer conocer la grandeza de Cristo mediante sus prédica, confesiones y sacramentos consigue que por lo menos los fieles constituyan una parroquia honrada en sus deberes y obligaciones devocionales y de participación con la parroquia.

Por último, si el párroco es honrado, disciplinado en sus deberes de administración de la parroquia pero flojo en sus homilías, descarriado en la celebraciones de las misas, y confesor de obligación, pero que cumple sus deberes administrativos o canónicos sin importarle para nada su relación personal con Cristo, su entrega espiritual, etc., tendrá una parroquia atea porque no deja abono celestial en los corazones de los fieles; se ingresa a misa y se sale igual, no pasó nada en sus corazones por lo que regresa a las cosas del mundo olvidando las cosas más elevadas trascedentales en sus vidas.

Los fieles de la parroquia siempre serán menos en formación que el párroco por eso una de las reglas espirituales es nunca quedarnos con lo mínimo ni hacer lo mínimo para calmar nuestras conciencias.
Un claro ejemplo fue el Santo Cura de Ars de quien Benedicto XVI dice que fue un gran Testigo de Dios y ser testigo es vivir en la Verdad de Cristo. " De la santidad depende la credibilidad del testimonio y, en definitiva, la eficacia misma de la misión de todo sacerdote."

Oremos por nuestros párrocos y sacerdotes para que en su libertad y voluntad decidan ser santos para tener una Iglesia verdaderamente cristiana.

Publicado en Facebook de Pepe Galep el:  22/08/2016