DURA VERDAD: SACERDOTES MUNDANOS Y LEJOS DEL SEÑOR
Una misa no vivida es una misa ineficaz para el alma, y muchas veces
los fieles entran vacios y salen igual porque el celebrante es un tipo
frío, sin alegría, sin cercanía de Dios, un funcionario de una parroquia
que administra sacramentos que no vive la misa, que la Eucaristía pasa
como si nada , no representa el tiempo de Dios(Kairós) la elegría del
alma, la participación del amor a la Cruz, el paso del lamento de la
muerte a la alegría de la Resurrección en cuyo interior se refleja la
belleza, la grandeza, la omnipotencia y el infinito amor de Dios a la
humanidad. El sacerdote más vinculado con el mundo y con con Dios no
puede percibir la belleza y el amor del Dios visible ni invisible.
Una vez dijo el Papa Francisco cuando entregó simbólicamente a los
seminaristas de Roma los iconos de san Policarpo, san Francisco Javier y
san Pablo mientras está por ser decapitado, recomendándoles que vivan
el sacerdocio como auténticos mediadores entre Dios y el pueblo, alegres
incluso cuando llega la cruz, y no como funcionarios intermediarios,
rígidos y mundanos, atentos sólo a los propios intereses y por ello
insatisfechos. Es este el perfil auténtico del sacerdote trazado por el
Pontífice
A veces como pide la Madre María "Ama a tus hermanos
Sacerdotes especialmente a los más débiles, a los más frágiles, a los
que caen, a los aprisionados por las cadenas de las pasiones, en
particular por las del orgullo y la impureza. Inmólate por ellos cada
día en el silencio, en el entendimiento, en la humildad, en la
docilidad..." (Se lo mencionó al Padre Gobbi)
Sin embargo un sacerdote debe poner también de su parte para ser un mediador con el pueblo de Dios y no descuidarlo y dejarlos embutidos en cosas materiales para mejorar la parroquia o sacar dinero.
Hay «diferencia entre
un mediador y un intermediario». Lo dice el Papa Francisco: En efecto,
«el intermediario hace su trabajo y lo cobra: quieres vender esta casa,
quieres comprar una casa, yo hago las veces de intermediario y me quedo
con un porcentaje; es justo, ha sido mi trabajo». En definitiva, «el
intermediario sigue este camino: él nunca pierde».
«En cambio, el
mediador —explicó Francisco— se entrega él mismo para unir a las
partes, da la vida, se da a sí mismo, el precio es ese: la propia vida,
paga con la propia vida, con su cansancio, su trabajo, muchas cosas». Y
«el párroco», añadió el Papa, da la vita precisamente «para unir al
rebaño, para unir a la gente, para llevarla a Jesús». Porque «la lógica
de Jesús como mediador es la lógica de anonadarse Él mismo». Por lo
demás, «san Pablo en la carta a los Filipenses es claro sobre esto: “Se
despojó de sí mismo, se humilló a sí mismo” para lograr esta unión,
hasta la muerte», y la «muerte de cruz».
En cambio, precisó el
Papa, el intermediario «es aquel que es un funcionario: hace su trabajo,
hace las cosas más o menos bien, luego acaba ese trabajo y sigue con
otro, con otro, con otro, pero siempre como funcionario». El
intermediario «no sabe lo que significa ensuciarse las manos; el
mediador vive ensuciándose porque está allí en el medio, en medio de la
realidad, como Jesús: ensuciado por nuestros pecados». Es por ello,
confesó Francisco, que «yo no conozco algún hombre, alguna mujer que
trabaje como intermediario y que sea feliz sólo con eso. No, eso no te
hace feliz». Por este motivo, «cuando el sacerdote cambia de mediador a
intermediario no es feliz, está triste». Terminando de este modo por
buscar «un poco la felicidad en hacerse ver, en hacer sentir la
autoridad».
En los lugares alejados ,de pueblos abandonados o de distritos de clase baja allí están más los sacerdotes mediadores, en las zonas urbanas están más los intermediarios; obviamente con excepciones singulares.
Publicado en Facebook de Pepe Galep el: 24/02/2017