martes, 14 de marzo de 2017

DURA VERDAD: SACERDOTES MUNDANOS Y LEJOS DEL SEÑOR

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Una misa no vivida es una misa ineficaz para el alma, y muchas veces los fieles entran vacios y salen igual porque el celebrante es un tipo frío, sin alegría, sin cercanía de Dios, un funcionario de una parroquia que administra sacramentos que no vive la misa, que la Eucaristía pasa como si nada , no representa el tiempo de Dios(Kairós) la elegría del alma, la participación del amor a la Cruz, el paso del lamento de la muerte a la alegría de la Resurrección en cuyo interior se refleja la belleza, la grandeza, la omnipotencia y el infinito amor de Dios a la humanidad. El sacerdote más vinculado con el mundo y con con Dios no puede percibir la belleza y el amor del Dios visible ni invisible.

Una vez dijo el Papa Francisco cuando entregó simbólicamente a los seminaristas de Roma los iconos de san Policarpo, san Francisco Javier y san Pablo mientras está por ser decapitado, recomendándoles que vivan el sacerdocio como auténticos mediadores entre Dios y el pueblo, alegres incluso cuando llega la cruz, y no como funcionarios intermediarios, rígidos y mundanos, atentos sólo a los propios intereses y por ello insatisfechos. Es este el perfil auténtico del sacerdote trazado por el Pontífice
A veces como pide la Madre María "Ama a tus hermanos Sacerdotes especialmente a los más débiles, a los más frágiles, a los que caen, a los aprisionados por las cadenas de las pasiones, en particular por las del orgullo y la impureza. Inmólate por ellos cada día en el silencio, en el entendimiento, en la humildad, en la docilidad..." (Se lo mencionó al Padre Gobbi)

Sin embargo un sacerdote debe poner también de su parte para ser un mediador con el pueblo de Dios y no descuidarlo y dejarlos embutidos en cosas materiales para mejorar la parroquia o sacar dinero.

Hay «diferencia entre un mediador y un intermediario». Lo dice el Papa Francisco: En efecto, «el intermediario hace su trabajo y lo cobra: quieres vender esta casa, quieres comprar una casa, yo hago las veces de intermediario y me quedo con un porcentaje; es justo, ha sido mi trabajo». En definitiva, «el intermediario sigue este camino: él nunca pierde».

«En cambio, el mediador —explicó Francisco— se entrega él mismo para unir a las partes, da la vida, se da a sí mismo, el precio es ese: la propia vida, paga con la propia vida, con su cansancio, su trabajo, muchas cosas». Y «el párroco», añadió el Papa, da la vita precisamente «para unir al rebaño, para unir a la gente, para llevarla a Jesús». Porque «la lógica de Jesús como mediador es la lógica de anonadarse Él mismo». Por lo demás, «san Pablo en la carta a los Filipenses es claro sobre esto: “Se despojó de sí mismo, se humilló a sí mismo” para lograr esta unión, hasta la muerte», y la «muerte de cruz».

En cambio, precisó el Papa, el intermediario «es aquel que es un funcionario: hace su trabajo, hace las cosas más o menos bien, luego acaba ese trabajo y sigue con otro, con otro, con otro, pero siempre como funcionario». El intermediario «no sabe lo que significa ensuciarse las manos; el mediador vive ensuciándose porque está allí en el medio, en medio de la realidad, como Jesús: ensuciado por nuestros pecados». Es por ello, confesó Francisco, que «yo no conozco algún hombre, alguna mujer que trabaje como intermediario y que sea feliz sólo con eso. No, eso no te hace feliz». Por este motivo, «cuando el sacerdote cambia de mediador a intermediario no es feliz, está triste». Terminando de este modo por buscar «un poco la felicidad en hacerse ver, en hacer sentir la autoridad».

En los lugares alejados ,de pueblos abandonados o de distritos de clase baja allí están más los sacerdotes mediadores, en las zonas urbanas están más los intermediarios; obviamente con excepciones singulares.

Publicado en Facebook de Pepe Galep el:  24/02/2017