SACANDO EL VELO DE LOS OJOS
(REFLEXIÓN QUE DESNUDA)
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La secularidad mundana salpica y sacude a muchos creyentes y fieles que caminan en pecado sin darse cuenta. Nos referimos en esta oportunidad a un elemento visible que tiene que ver con la castidad y el pudor que a veces en el lenguaje común se cree que es lo mismo; pero no es así. Santo Tomás decía que «el pudor se ordena a la castidad, pero no como una virtud distinta de ella, sino como una circunstancia especial. De hecho, en el lenguaje ordinario, se toma indistintamente una por otra» (STh II-II, 151,4).
El pudor viene a ser como un instrumento controlador de nuestra integridad personal mediante la sinceridad de nuestras miradas, nuestros gestos, la forma de vestir, las conversaciones no subidas de tono o de irrespeto a otras personas en el hablar, el evitar doble suspicacia, las exhibiciones y todo lo vinculado al desorden interior que tiene que ver con los impulsos sexuales.
Juan Pablo II, en sus catequesis sobre el amor humano, refiriéndose al pudor sostuvo: «el nacimiento del pudor en el corazón humano va junto con el comienzo de la concupiscencia –la triple concupiscencia, según la teología de Juan (cf. 1Jn 2,16)–, y en particular de la concupiscencia del cuerpo. El hombre tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia. Más aún, tiene pudor no tanto del cuerpo, cuanto precisamente de la concupiscencia» (cateq. 28-V-1980, 5; +4-VI-1980). y ello significa que debemos purificar el corazón."DONDE ESTÁ TU TESORO, ALLÍ ESTÁ TU CORAZÓN" (Mat. 6,21).
De manera práctica diremos, el pudor preserva la intimidad de la persona, es signo de moderación, de discreción, pero esto se rompe por las tendencia s e inclinaciones entre los impulsos de la carne y lo que el mundo arrastra como asunto normal el de exhibir libremente las pasiones malas del hombre. El pudor es una virtud y dignidad propia de la persona y de respeto por los demás que implica el cuidarme yo y cuidar al prójimo. Muchas son las veces que se hace daño al prójimo por no conocerse la antropología cristiana, no saber ni la fuerza y psiquis biológica del hombre mundano, lujurioso que es movido por la vanidad y la sensualidad de la mujer vacía del alma.
Hoy por hoy el secularismo mundano ha hecho que la gente camine dentro de una sociedad afixiada por la sexualidad y el erotismo. Entoncess , los gestos y forma de vestir de manera inadecuada ,provocativa, buscando atraer para complacer su yoismo o vació del alma refleja la ignorancia de vivir en pecado; es pan de todos los días. Quien muestra carne, recibirá carne. quien busca mostrarse o exhibirse para conseguir pareja de esta manera y termina consiguiéndolo, ha escogido el camino equivocado.
La educación cristiana enseña la belleza interior, la riqueza interior, la bella dignidad, más que lo exterior. Muchas laicas creyentes se han vuelto impúdicas sin saberlo, en el vestir, la moda, exhibiendo una pobreza interior al usar ropa ajustada, minifaldas, escotes, vestimentas traslucientes etc etc que contribuye a la morbosidad y a la aparición de varones que al no estar preparado para las batallas de impurezas, no ejercitan la gracia de Cristo con la mortificación de sus sentidos, siendo así imposible que puedan evitar caer en pecado de impureza al que lamentablemente también ha salpicado a consagrados , seminaristas y sacerdotes jóvenes o adultos que terminan dejando el hábito.
Así que no seamos hipócritas y saquémonos el velo de los ojos para mejorar nuestra Iglesia hablando más sobre estos temas de manera real, sincera y práctica. Dejar a los fieles en la ignorancia es más pecado que el mismo pecador(a) que lo hace por ignorancia misma.Al menos hay que enseñar a leer el catecismo sobre estos temas de impureza, castidad y pudor.
Publicado en Facebook de Pepe Galep el 18.04.2016