viernes, 25 de septiembre de 2015


LA CODICIA ES UN DESAPERCIBIDO PECADO 
QUE ESCLAVIZA AL HOMBRE DE HOY

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Bíblicamente la codicia significa avaricia y es un fuerte deseo de tener o poseer algo, de acumular más y más de manera compulsiva, irracional o el de desear algún bien material, una cosa o a una persona  (concupiscencia de la carne) por satisfacer su amor propio, orgullo y vanidad.


MUCHOS SE ESCLAVIZAN Y SON CONTROLADOS POR SU FUERTE DESEO

Cuando la persona se obsesiona por conseguir algo, obtener, comprar algo, tener más comodidad, idolatrar el dinero para conseguirlo todo, desear a una persona, y se deja arrastrar por ese deseo de codicia hasta conseguirlo, es porque la carne controla su vida y se llega a justificar dicho deseo por un sentido de necesidad, la necesidad de obtenerlo. Se dice me falta esto, no tengo esto otro, voy a conseguir aquello, me siento(a) solitario(a) necesito a alguien a mi lado, no puedo avanzar si no me dan esto o recibo esto. Es la manifestación de la inconformidad y del estado real que se vive en mentiras y engaños, persiguiendo la acumulación de bienes, adulaciones, búsqueda de poder, ascensos, cargos, prosperidad etc., pero mediante pensamientos meramente carnales.

Cuando una persona laica, religiosa o sacerdotal busca esta forma de vivir deseando comodidades y cosas terrenales distrayendo su servicio para con Dios o su dedicación, el cumplimiento de sus obligaciones morales y espirituales antes que nada, esa persona no puede crecer espiritualmente. Quienes actúan con este pensamiento de vida temporal,se comportan como aquel joven rico en Marcos 10, que prefirió sus comodidades que le daban sus posesiones materiales, antes que a Jesús. Y estos pecados de codicia, de deseo incontrolable de poseer, tener lujos o satisfacer comodidades no prioritarias, sale también del corazón y mancha al hombre y lo aleja de Dios.

Además debemos decir, que este pecado de codicia o avaricia genera otros pecados, como de egolatría, competencia, rivalidades, envidias, porque la mente materialista influye obsesivamente para mover al cuerpo a pasarla bien en esta vida, y mostrar que se está bien posesionado, con mejor status, con mayor capacidad o ventajas en comparación de otros o del prójimo. 

El ego y la indiferencia lo lleva al pecado de la insolidaridad con el hermano, porque los codiciosos o avaros sólo se mueven por su carne, resistiéndose a vivir y ser del espíritu, cuyos frutos son manifiestos de la belleza divina que irradia caridad, desprendimiento y participación en el bien común. Para el codicioso, vuelto necio por sus actitudes, todo esto es exageración.

Que con la Gracia de Dios pidamos la ayuda para combatir nuestros deseos desordenados y apetitos de la carne, mediante la oración, la disciplina de nuestros sentidos y la mirada en pureza interior y exterior para alcanzar a vivir en el Reino del Corazón de Jesús. 
Esto te lo pedimos Dios Padre en el Nombre de tu Hijo Jesús y en la Unidad del Espíritu Santo. Amén.

Publicado en Facebook Pepe Galep el 14.06.2015