martes, 17 de noviembre de 2015

EL DON DE LA ALABANZA


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Hablar sobre la alabanza es recordar principalmente, el gozo, la alegría y la entrega de David al Dios de Poder. El rey David nos recuerda "Todo viviente alabe al Señor ", alábenlo en todo momento por todo Lo que es; alábenlo con todo, con todo instrumento (Cf Salmo 150).

La alabanza es la expresión más firme y la manifestación de fe hecha fuerza divina, amor y alegría de reconocimiento de la majestad, grandeza, prodigio, belleza, hermosura y todo lo que el corazón movido por el Espíritu Santo impulsa a expresar y a entregarse libre de toda atadura, pensamiento y maldades de la carne. ¡El Señor es mi Todo!

Cada uno puede tener o mostrar su propia experiencia, pero la alabanza en sí es una alegría del corazón, no sale con labios y gritos externos, sino desde el interior fluye de manera integra con todo el ser, cuerpo, alma y espíritu, donde la postura , ojos cerrados, manos extendidas o abiertas, ayuda a abrir los sentidos del corazón de la mente, porque en ese momento es el Espíritu Santo quien se entrona en el corazón de la persona para tomar posesión de ella y hacerlo gemir para manifestar que no hay un Dios tan grande como ÉL. Los Ángeles y los Santos alaban en la asamblea, porque en esos momentos vienen como eco las palabras retumbantes de San Miguel Arcángel "¿QUIÉN COMO DIOS?".

Para alabar a Dios hay que hacerlo en Espíritu y en verdad (Juan 4, 24) y hacerlo en medio de la asamblea, los que respetan al Señor, alábenlo (Salmo 22,23-24). Es en este momento donde debe manifestarse que obedecemos a Dios cuando nos dice (...HAGAN OÍR CON FUERZA SU ALABANZA) (Cf Salmo 66,8). Por eso hay que despojarse de todo problema carnal o terrenal, alabarlo sin vergüenza, sin pensar en nada que nos parezca ridículo ante los ojos de los hombres, porque al fin y al cabo alabamos para Dios, bendecimos su Nombre, cantamos, bailamos para Él y no para el mundo.

Sabemos que Dios habita en la alabanza como lo dice el salmista y enciende corazones, para que ardan o manifiesten su Gloria y ayuda a que no se apague el espíritu, recibiendo desde lo alto la unción necesaria para tener la autoridad de enfrentar a un mundo y una sociedad sin Dios que quiere dominarnos con sus idolatrías.

Canten a Dios, salmos, himnos y cánticos inspirados con un corazón agradecido, nos agrega Pablo cuando se dirige a los Colosenses (CF Col 3,16) y es así, debemos alabar a Dios en todo lugar, en todo momento, en el llanto, en la alegría, en las pruebas, en el sufrimiento porque el Señor ha puesto en nosotros un canto de alabanza en nuestros corazones.

Que el Señor nos conceda el don de la alabanza, para conducirnos libres en su verdad, sanados de toda clase de pecados del alma, y liberados de esclavitudes , vicios y apegos a las criaturas, cosas y bienes de este mundo para tener un corazón del agrado de Dios como lo fue el de David.
¡BENDITO SEAS SEÑOR DIGNO DE ALABANZA!

Publicado en Facebook Pepe Galep el 15.09.15