martes, 17 de noviembre de 2015

EL SEÑOR VE EL CORAZÓN


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Cuando recordamos el pasaje bíblico de la unción del Señor a David por el profeta Samuel, éste tenía en claro que Dios le había comunicado que el hombre ve la apariencia pero el Señor ve el corazón.

En la vida cotidiana se aprecia muchas veces que la gente en su mayoría al estar atado a su propio yo vive buscando en primer lugar agradar,  congeniar con el otro (prójimo) en un sentido de navegar siempre en aguas agradables,  de saborear la miel más que lo agrio, de esperar que hablen bien de su persona, de su figura, de su intelecto; es decir, pasar momentos o etapas cómodas sin riesgo, sin consecuencias . En cambio cuando vienen momentos difíciles, desagradables, se entristecen si hay un intercambio de palabras, como no les gusta perder se sienten herido(a)s, les cae una palabra descortés y se irritan, se exaspera ante un lenguaje duro pero sincero. O sea le cuesta vencerse a sí mismo, y emocionalmente hasta los puede llevar al colapsamiento psíquico.

Como esto tiene un significado de vivir o estar en la carne para buscar consolaciones externas y deleites en cosas, actividades, personas, dinero e ídolos de cualquier naturaleza, va formando todo ello un tipo de pensamiento, sentimiento y sentido de ver las cosas y realidades conforme a su propio criterio humano y propia voluntad. De esta manera al maquillarse a sí mismo y ver con ese mismo ojo a los demás, desfigura y desacredita la realidad y el juzgamiento de los hechos. 

El problema se torna grave cuando una comunidad cristiana católica comienza a vivir en apariencia, cuando se les ve, son una cosa y cuando no, son otras. A los hombres se les puede engañar pero a Dios nunca. Se preocupan por mantener una imagen frente a los demás pero no se preocupan en mantener una "verdadera imagen delante de Dios", así se produce en el mundo de la apariencia, la mentira, el engaño, el fraude que inclusive repercute en la familia, en la sociedad y en el país.

David nos enseña tener un mismo comportamiento, conducta y mantener una unidad de ser en todas partes cuando le pregunta a Dios" ¡examíname oh Dios y conoce mi interior! ponme a prueba y conoce mis pensamientos ; mira si en mi conducta hay maldad y guíame por el camino eterno" (Salmo 19,23-24) Para ello cada uno debe mirarse para adentro y ser honesto reconociendo sus imperfecciones, como Pablo nos invoca "Júzguense y examínense ustedes mismos a ver si viven según la fe..."(" 2 Corintios 13,5).

Pidamos la Gracia a Dios para purificar nuestra alma de sí y poder responder a la acción de Dios, buscando ser siempre sincero y acatar la voluntad de Aquel que conoce nuestros corazones.

Señor danos un baño de limpieza a nuestros corazones, para vivir confiados de que Tú nos formarás y nos transformarás en verdaderos testigos tuyos.
Espíritu de Dios llena nuestra vida con tu presencia, tu poder y tu bondad para vivir con sentido la vida que Tú nos has dado.

Publicado en Facebook Pepe Galep el  27.09.15